El exilio está aquí al lado. De vez en cuando subo, quizás con un punto de adicción inicial. Un poco, sí. Si eres periodista, y te gusta el que haces, básicamente conocer personas, allí arriba, norte allá, ves demasiado de potentes porque no te atrape un poco, la verdad.
Todos estos nuestros gobernantes en el exilio, todos estos cerebros y potencialidades, todo este poder junto a una fragilidad espectacular. Visitas, sí, una debilidad poderosísima. Un poder agrietado. Una mezcla que lo empapa todo y constantemente. El exilio está aquí al lado y va bien visitarlo, porque nos hace tocar de pies a tierra. Nada como el exilio para ayudarte a soñar, a volar. Nada como el exilio para ver la crudeza del momento, y arraigar. Desde los habitantes de la Casa de la República, a Waterloo, hasta los políticos exiliados y su poderosa soledad, todo esto es un pequeño reino en construcción que irá creciendo.
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